Analizan fortalezas de la extrema derecha en Japón desde su triunfo como cuarto partido político
El partido de extrema derecha Sanseito dio la sorpresa en las elecciones al Senado del pasado 20 de julio, imponiéndose como la cuarta fuerza de la oposición en la Cámara Alta. Un avance que revoluciona el panorama político japonés, pero cuyo impacto y perdurabilidad aún están por determinar, en un país ya de por sí muy conservador.

Elecciones a la Cámara baja de Japón en Tokio

El partido de extrema derecha Sanseito dio la sorpresa en las elecciones al Senado del pasado 20 de julio, imponiéndose como la cuarta fuerza de la oposición en la Cámara Alta. Un avance que revoluciona el panorama político japonés, pero cuyo impacto y perdurabilidad aún están por determinar en un país ya de por sí muy conservador.

Hasta hace poco marginal, Sanseito ha obtenido 14 escaños en la Cámara de Consejeros, cuando antes solo tenía uno. Por primera vez, una formación populista de extrema derecha, creada hace apenas cinco años, alcanza tal nivel de influencia en el Parlamento. Detrás de este éxito electoral, hay un hombre que encarna la ruptura: Sohei Kamiya, ex miembro del partido en el poder (el Partido Liberal Democrático, PLD), que se ha hecho famoso en las redes sociales en plena pandemia de Covid-19.

Antivacunas, conspiranoico y xenófobo, ha sabido imponer el tema de la inmigración en el debate público, con un tono radical. “Lo que sorprende de Sanseito es la capacidad de este partido para ganar cuota de mercado electoral en un país ya de por sí muy conservador”, analiza el sociólogo César Castellvi, especialista en Japón de la Universidad Paris-Cité.

El avance del joven partido se explica por una conjunción de factores sociales que Japón está descubriendo a marchas forzadas. Desde hace unos quince años, el archipiélago está experimentando profundos cambios. Los extranjeros solo representan el 3 % de la población, pero su número se ha duplicado en diez años para compensar el colapso demográfico.

Ante su necesidad de mano de obra en sectores con escasez, Japón ha abierto sus puertas a la inmigración laboral temporal, lo que ha provocado la llegada de trabajadores no cualificados del sudeste asiático a los sectores de la construcción, la agricultura, la industria o la restauración.

Al mismo tiempo, la explosión del turismo internacional ha transformado Tokio, Osaka o Kioto en escaparates globalizados, alterando los puntos de referencia de una sociedad históricamente homogénea que se enfrenta a un verdadero choque cultural.

La situación alimenta un fuerte descontento que beneficia a los partidos contestatarios. Así, el Sanseito atrae a los decepcionados del PLD, a los nostálgicos de la época de Shinzo Abe, pero también a una juventud carente de perspectivas.

En las elecciones legislativas de 2022, el 11 % de los votantes de entre 20 y 40 años votaron a Sanseito, y el apoyo se acentuó en las elecciones al Senado de 2025 con un 20 % entre jóvenes de 18 y 19 años. Este fenómeno global que se repite en otras democracias occidentales plantea una interrogante: ¿es el auge del Sanseito un éxito duradero o un fenómeno temporal?

A medida que se desenvuelve el panorama político, queda claro que la comunicación agresiva y omnipresente del partido ha sabido conectar con el electorado descontento, lo que les posiciona como un nuevo actor en un sistema tradicionalmente controlado por el PLD.