Una nueva disputa entre bandas de narcotraficantes en una cárcel de Ecuador provocó al menos 17 muertos el jueves, con cuerpos desmembrados y acuchillados que recuerdan los peores enfrentamientos de este tipo en el país.
La cifra, proporcionada por el organismo a cargo de las penitenciarías (SNAI), eleva a 30 el número de presos muertos en circunstancias similares en los últimos tres días. También falleció un guardia penitenciario, en medio de una ola de violencia sin precedentes en la nación que hace una década era tranquila.
Imágenes difundidas en redes sociales y verificadas por la AFP muestran a una decena de hombres tendidos en el suelo con el torso desnudo, ensangrentados y varios de ellos decapitados en la cárcel de la costera Esmeraldas, capital de la provincia homónima en el norte del país. Más temprano, la Policía había dado un balance preliminar de diez fallecidos.
"Hay mujeres que desde las cinco y media (de la mañana) se botaron a las calles aquí a preguntar por sus familiares", dice angustiada a la AFP una mujer en busca de información sobre un allegado y que pidió reserva de su identidad. Llegó al lugar tras una llamada telefónica de vecinos de la prisión que le alertaron sobre el disturbio de la madrugada: dijeron "que escuchaban la balacera, que escuchaban los gritos, que escuchaban los lamentos".
Las cárceles ecuatorianas se convirtieron hace varios años en centros de operación de organizaciones criminales que se enfrentan por el poder y protagonizan masacres que han derivado en la muerte de unos 500 reclusos desde 2021.
Los choques que dejaron 17 muertos este jueves se produjeron en la principal penitenciaría de Esmeraldas, un puerto petrolero cerca de la frontera con Colombia. El centro tiene capacidad para 1,100 reclusos pero en 2022 albergaba a más de 1,400, de acuerdo con el SNAI.
Gran parte de la droga que se produce en Colombia y Perú, los mayores exportadores de cocaína mundiales, pasa por los puertos de Ecuador y se consume en Estados Unidos y Europa.
Ecuador era un país tranquilo, pero en los últimos seis años los homicidios se dispararon más del 600%.