Con el sonido de gaitas tradicionales escocesas, el presidente Donald Trump llegó en limusina a Chequers, la casa de campo del primer ministro británico, Keir Starmer. Este encuentro marca su segundo día de visita oficial al Reino Unido y tiene como objetivo la firma de acuerdos económicos multimillonarios.
Aunque la jornada fue menos pomposa que la ofrecida por el Rey Carlos III un día antes, que incluyó paseos en carruajes y banquetes de lujo, esta reunión tiene un enfoque más pragmático y comercial. Durante la reunión, Trump y Starmer firmaron lo que ambos consideraron un “acuerdo histórico” para impulsar la cooperación en los ámbitos de la inteligencia artificial, la computación cuántica y la energía nuclear. El pacto incluye la creación de una filial británica de Stargate, un proyecto de infraestructura de IA respaldado por Trump y liderado por OpenAI, así como varios centros de datos de IA en todo el Reino Unido.
El Gobierno británico confirmó, además, compromisos de inversión de compañías estadounidenses por una cifra récord de 150.000 millones de libras. Entre los inversores se encuentra Google, que destinará 5.000 millones de libras en los próximos dos años a investigación y desarrollo, incluyendo su laboratorio de inteligencia artificial, Google DeepMind. Microsoft también aportará 30.000 millones de dólares para la construcción del supercomputador más grande de Reino Unido.
Trump y Starmer también encabezaron una recepción con importantes actores económicos, incluyendo a directivos de Rolls Royce y del grupo industrial GSK, que planea invertir 30.000 millones de dólares en el Reino Unido en un plazo de cinco años.
Sin embargo, no todo es positivo. A nivel de aranceles, Trump no parece ceder frente a las solicitudes de Starmer, quien mantiene la esperanza de que Reino Unido obtenga una exención del 25% aplicado al acero británico. Además, las tensiones en relación a las guerras en Ucrania y Gaza también marcaron la agenda de la reunión, con diferencias en las posiciones de ambos líderes.
Starmer anunció que el Reino Unido reconocerá oficialmente un Estado palestino, lo cual contradice abiertamente la postura de Trump, que ha amenazado con penalizar a Canadá y otros países que adopten medidas similares.
En el contexto de Ucrania, Londres sigue apoyando a Kiev en su conflicto con Rusia, mientras que Trump ha minimizado la gravedad de las acciones rusas, lo que ha generado tensión en la relación entre ambos líderes.
Estas dinámicas geopoliticas brindan un trasfondo complejo al acuerdo firmado, que podría tener repercusiones significativas para ambas naciones en los próximos años.