El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el miércoles que designará como “una organización terrorista” a Antifa, una red difusa de activistas de izquierda radical que se definen como antifascistas. Trump ya había amenazado con implementar esta medida durante su primer mandato.
El mandatario ha culpado a Antifa de diversas acciones violentas, como enfrentamientos con la policía y su supuesta responsabilidad en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, que buscaba bloquear la certificación de la victoria electoral de Joe Biden. En su cuenta de Truth Social, Trump declaró: “Me complace informar a nuestros numerosos patriotas estadounidenses que voy a designar a ANTIFA como una organización terrorista importante”, calificándola de “desastre” y “peligrosa”.
Un análisis del Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos, realizado en 2020, indicó que Antifa no tiene un líder ni una organización a nivel nacional, y que está formada por “grupos e individuos independientes, radicales y con ideas afines”. El presidente sugirió que quienes financien a Antifa también deberían ser investigados, y se prevé que la Casa Blanca explique cómo implementará esta designación, ya que Estados Unidos no cuenta con una lista de “organizaciones terroristas internas”.
Antifa tiene sus raíces en los grupos socialistas de Alemania en los años 1930 que se oponían a Hitler. Este movimiento ha estado vinculado a enfrentamientos con grupos de derecha y actos de desobediencia civil. Sus miembros, que a menudo visten completamente de negro, protestan contra el racismo, los valores de extrema derecha y lo que consideran como fascismo, justificando a veces el uso de tácticas violentas como defensa propia.
La designación de Antifa como organización terrorista por parte de Trump plantea interrogantes sobre la aplicación de la ley federal en Estados Unidos y cómo podría afectar las dinámicas políticas del país en medio de un clima ya polarizado.
